AÑO 2010
GIJÓN – SANTANDER
Todo empezó en septiembre del 2010 al buscar unas vacaciones distintas. Quería hacer algo diferente, un viaje barato pero que fuera una aventura y tenía que ser con mi perro. Un buen día cogí la bici, la cargué con todo lo necesario y arranqué sin ruta ni destino fijo hacia el este.
Los preparativos fueron muy breves. En un par de días había conseguido un remolque para llevar a Negrito (mi perro) y varias cosas que creía necesarias; rebusqué hasta encontrar unas alforjas del Lidl que había comprado por un euro (sí, uno) y arreglé las ruedas de mi bicicleta de 15 años.
En mi primer viaje apenas hice los 200km que separan Gijón de Santander.
Viéndolo desde fuera tampoco parece una aventura de otro mundo, pero me enganchó no saber lo que me iba a encontrar detrás de la siguiente curva, qué iba a comer o dónde iba a dormir.
En verdad, mirando hacia atrás fue un desastre. No tenía nada planeado, cargué con el triple de las cosas necesarias, tenía la bicicleta averiada y no la cogía desde hacía más de 3 años.
Pero esa decisión cambió mi vida y mi forma de concebir los viajes para siempre.